jueves, abril 29, 2010

CACAO

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Autor: Jorge Amado, novelista, dramaturgo y poeta; n. 1912.

Otras obras: El país del carnaval, Sudor, Jubiabá, Mar muerto, Capitanes de la arena, Tierras del sin fin, Sao Jorge dos Ilhéus, Los caminos del hambre, Los subterráneos de la libertad, Gabriela, clavo y canela, Los viejos marineros, Doña Flor y sus dos maridos, Tienda de los milagros, Teresa Batista cansada de guerra, Uniforme, casaca y camisón, etcétera (novelas); Vida de Luis Carlos Prestes, el caballero de la esperanza (biografía); poemas en prosa, una obra de teatro, etcétera.

Género y corriente: Novela realista.

Estructura: Consta de 20 capítulos.

Sinopsis: En medio de un espectáculo de tristeza e inconformidad, durante un día cualquiera en una de las fazendas de cacao, José Cordeiro empieza a relatar su infancia. Su padre poseía una fábrica de tejidos que prosperaba lentamente y solía conversar con los obreros, oía sus quejas y remediaba sus males en cuanto podía, "la verdad es que él y los obreros vivían en paz".
Un día aparece un hermano de este buen hombre y todo cambia. El tío se entromete en la dirección de la fábrica y la hace progresar rápidamente, pero a costa de reducir el salario de los trabajadores.
El padre de Cordeiro, débil por naturaleza, no tiene el coraje suficiente para apartar de la fábrica a su hermano. Por desgracia, tiempo después, al estar tocando al piano uno de sus trozos de música predilectos, sufre un síncope cardiaco y muere.
Aprovechando el deceso, el tío declara la quiebra económica de la familia, y José Cordeiro se marcha a Ilhéos, rumbo a las plantaciones de cacao, porque es la única esperanza de hallar una oportunidad para salir de la pobreza.
Cuando llega a su destino, se contrata como trabajador "alquilado" para la jazenda del coronel Mané Frajelo. Al ir en camino hacia la finca conoce a Antonieta, una prostituta con quien entabla gran amistad. También escucha relatos de los crímenes y arbitrariedades que cometen los dueños de las plantaciones, historias narradas por viajeros de segunda clase en el tren. Luego, ya instalado en la fazenda, el negro Honorio le enseña el trabajo en la plantación.
Honorio era un "técnico en emboscadas"; es decir, en ocasiones servía al patrón para deshacerse de algunos de sus enemigos.
Los trabajadores vivían casi al margen del mundo y su miseria no interesaba a nadie. Ni siquiera tenían idea de que las cosas podían cambiar. El trabajo era muy duro y mal pagado, sólo de vez en cuando tenían oportunidad de acudir al pueblo y olvidarse un poco de su mala vida.
El coronel tenía dos hijos, Osorio, estudiante de derecho a punto de graduarse, y María, jovencita que escribía versos cursis.
Un día, Osorio seduce a la novia de Colodino, uno de los trabajadores. Éste los sorprende y descarga varias cuchilladas en el cuerpo y cara de Osorio. El novio ofendido huye y se esconde en casa de un viejo obrero. Mientras tanto, el coronel encarga a Honorio que acabe con el trabajador. Sin embargo, el negro lo deja escapar porque él no mata colegas. "No soy traidor", dice.
Por su parte, María se enamora de José Cordeiro, quien por esta circunstancia se encuentra ante un gran dilema, pues ella le ofrece su mano y parte de la propiedad. José, a pesar de todo, permanece leal a sus compañeros, y con ello se gana el desempleo.
La ofensa contra Colodino indigna a los trabajadores y se niegan a obedecer algunas órdenes e instrucciones dadas por el patrón; pero su resistencia no puede pasar de una rebeldía pasiva porque, si llegaran a la huelga, su lugar en la fazenda sería ocupado de inmediato por algunos de los numerosos trabajadores que no tienen modo de ganarse la vida. Lamentablemente, este levantamiento no sustenta ningún plan ni programa, pues no son conspiradores ni revolucionarios; su reacción nace del sentimiento de que se han infringido normas de derechos humanos y se han cometido injusticias que deben ser remediadas.
Dado este final, el autor parece decirnos que, para adoptar semejante actitud, lo que importa es tener disposición interna y sentido de justicia.
De acuerdo con palabras del propio Jorge Amado, Cacao no pretende ser una obra literaria, sino un testimonio de cómo viven quienes trabajan en las plantaciones del cacao.
Sin embargo, pese a estas declaraciones, nos encontramos frente a una novela vigorosa, escrita con un lenguaje directo, una de las primeras y más representativas de la etapa inicial de este prolífico autor. Se editó en 1933.

miércoles, abril 28, 2010

ODISEA

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Autor: Homero, poeta épico que vivió hacia el siglo IX A.C.
Otra obra: Ilíada.
Género y corriente: Epopeya, narración en verso bastante extensa que trata de una acción extraordinaria o fuera de lo común, en la cual intervienen elementos maravillosos, monstruos, dioses, etcétera.
Estructura: Está dividida en 24 rapsodias, agrupadas en tres partes bien diferenciadas: la Telemaquia (rapsodias I a V), el retorno (rapsodias V a XIII) y la venganza de Odiseo (rapsodias XIII a XXIV).
Sinopsis: El asunto fundamental de la obra son las aventuras y padecimientos vividos por el héroe o protagonista Odiseo —también llamado Ulises—, desde su salida de Troya, luego del saqueo y destrucción de ésta, hasta su arribo a la isla de Ítaca, su tierra natal.
Las primeras rapsodias nos hacen saber cuanto está sucediendo en el hogar de Odiseo en Ítaca, diez años después de la caída de Troya. Su esposa Penélope duda en cuanto a si Odiseo está muerto o aún vive. Mientras tanto, los pretendientes de la reina —vulgares, soberbios, ambiciosos— la asedian, han invadido su- casa, saquean sus bienes, y a la par pretenden su mano, pues codician su riqueza y posición.
En esta primera parte del poema, el personaje principal es Telémaco, el hijo de Odiseo y Penélope, quien a pesar de la vergüenza que le inspira la conducta de los pretendientes de su madre, no tiene valor para arrojarlos de su hogar. Telémaco decide entonces ir en busca de su padre. Durante ese viaje, llega al reino del viejo rey Néstor, en el Peloponeso, el cual nada sabe.de Odiseo; luego arriba al palacio del rey Menelao, en Lacedemonia (Esparta), donde el soberano le dice haber oído que Odiseo vivía cautivo en una isla (alude, indudablemente, a la isla de la ninfa Calipso).
A partir de la mitad de la rapsodia V, Homero deja a Telémaco y la acción se centra en Odiseo quien, en efecto, desde hace siete años se encuentra viviendo en la isla de Ogigia, junto a la ninfa Calipso, sin lograr que ella lo deje partir. Hermes (el mensajero de los dioses) llega a la gruta de Calipso con órdenes de Zeus para dejar en libertad a Odiseo; ella obedece y éste parte hacia su patria en una balsa que después es destruida por una terrible tempestad.
Llega así al país de los feacios, donde la princesa Nausicaa, primero, y luego el rey Alcinoo y su esposa le brindan una conmovedora hospitalidad (rapsodia VII). En el palacio del rey feacio, Odiseo relata todas sus aventuras desde que salió de Troya: con los cicones, los lotófagos, los cíclopes, los lestrigones, la maga Circe, el descenso al Hades, las sirenas, los monstruos Escila y Caribdis, las vacas del Sol y, finalmente, Calipso (cantos IX al XII).
Al término de sus relatos y lleno de regalos, Odiseo es llevado por los feacios hasta Ítaca (rapsodia XIII). Transfigurado por Atenea en un anciano indigente, Odiseo recibe hospitalidad en la gruta de su fiel porquerizo Eumeo; se encuentra allí con su hijo Telémaco, ante quien se da a conocer (rapsodia XVI). Guiado por Eumeo, Odiseo penetra en la ciudad y llega a su palacio, donde sólo su fiel y viejo perro Argos, moribundo sobre un montón de estiércol, lo reconoce y luego muere; Odiseo le llora ocultamente. Al llegar frente a los pretendientes de Penélope, tiene un altercado con ellos; luego lucha con el mendigo Iro —pues éste lo había insultado—, y lo derrota (rapsodia XVIII).
Esa misma noche, Odiseo habla con Penélope y le cuenta una supuesta historia, para no darse a conocer, sin embargo lo reconoce su nodriza Euriclea al lavarle los pies, pues ella advierte la cicatriz de una herida que, cuando era niño, un jabalí le causó durante una cacería; Odiseo le pide no revelar la verdad (rapsodia XIX).
Asediada por los pretendientes, Penélope promete que se casará con aquel que consiga armar el arco de Odiseo y atravesar con una flecha los anillos de doce hachas, dispuestas una tras otra (rapsodia XXI). Odiseo resulta triunfante en la prueba del arco y de inmediato comienza a disparar sus flechas contra los pretendientes, dándoles muerte (rapsodia XXII). Penélope se resiste a creer en el regreso de su esposo; pero Odiseo da pruebas de su identidad al expresarle que su lecho fue construido por él mismo sobre el tronco de un olivo.
Penélope, al reconocerlo, se arroja llorando emocionada en sus brazos. "Y también Odiseo lloraba, abrazado a su dulce y honesta esposa." Por la noche, Odiseo le cuenta todas sus aventuras. A la mañana siguiente, junto con su hijo y sus pastores, va a ver a su padre Laertes, quien vive en el campo.
Mientras tanto, los deudos de los pretendientes muertos integran un ejército para ir a Ítaca y vengar a sus parientes, pero Palas Atenea les ordena la paz y todos regresan a sus hogares.
Como puede observarse, el personaje Odiseo constituye el elemento común a todo el poema. Sin embargo, por encima de esa unidad, el mérito principal de la obra radica en la prodigiosa armonía de la realidad con la fantasía; la observación fiel y directa de la vida humana aparece entremezclada con mitos y leyendas, el carácter fantástico y mágico de los pueblos y lugares que encuentra Odiseo a lo largo de su viaje, se concilia admirablemente con los datos de la realidad geográfica; pero, más importante todavía, es que destaca la visión profunda del ser humano. La ambición de los pretendientes, la fidelidad de Penélope, las virtudes juveniles de Telémaco, la belleza fresca y pura de Nausicaa, la digna hospitalidad de Alcinoo, Néstor y Menelao y, por encima de todo, el anhelo constante de Odiseo de retornar a su patria y a su hogar, constituyen las actitudes de alto valor moral y humano que impregnan esta obra.

La

Autor: Homero, poeta épico; según se cree, vivio hacia el siglo IX a.C.
Otra obra: Odisea.
Género y corriente: Epopeya heroica, narración poética versificada, de considerable extensión, cuyo asunto se refiere a una acción grandiosa y extraordinaria, en la cual interviene lo maravilloso.
Estructura: Está dividida en 24 rapsodias, que corresponden al número de letras del alfabeto helénico.
Sinopsis: No se conoce la fecha exacta en que fue compuesta, aunque por lo general se ubica a fines del siglo IX a.C. (pues se desconocen datos concretos sobre la existencia de Homero).
A pesar de lo que sugiere su nombre, la Ilíada, no contiene el relato total de la guerra de Troya (llamada antiguamente Ilión), el tema es la cólera de Aquiles. La guerra de Troya, por lo tanto, constituye sólo el marco, el escenario, en el cual se desarrollan los episodios que dan origen a la epopeya. En esta conjunción del tema mencionado con los lineamientos generales de la acción, radica la unidad de la obra.
El desarrollo esbozado de la acción es el siguiente: Se ha declarado la peste en el campamento aqueo. El adivino Calcas explica que Apolo castiga asía los griegos porque Agamenón ha ultrajado a Crises, sacerdote de aquel dios, al haberse apoderado de su hija Criseida como botín de guerra, negándose luego a devolverla. A instancias de Aquiles, Agamenón ordena que Criseida sea restituida a su padre, pero en compensación exige que le entreguen a la joven Briseida, la cautiva perteneciente a Aquiles. Iracundo por semejante atentado contra su honor, el pelida se niega a seguir combatiendo y, muy dolido en su amor propio, invoca la ayuda de su madre, la diosa Tetis. Ella obtiene de Zeus que el agravio causado a su hijo tenga como castigo la derrota de los aqueos (rapsodia I).
Entre los guerreros troyanos se encuentran el heroico Héctor, hijo de Príamo, rey de Troya, y Paris, otro de los hijos del soberano, quien vive con Helena, ex esposa de Menelao —hermano de Agamenón—, el cual ahora se halla entre las filas aqueas. Paris se bate con Menelao en el campo de batalla, en un duelo singular. Además del triunfo de la guerra, también está en juego la posesión de Helena y sus riquezas. Ella será del ganador; así se ha estipulado en el pacto celebrado entre Príamo y sus enemigos.
Menelao domina de manera manifiesta a Paris, pero de pronto éste es sacado del combate por la diosa Afrodita y llevado junto a Helena. Agamenón declara que Menelao es el triunfador y exige a Troya la devolución de la reina (rapsodia III).
Como el pacto ha sido violado por obra de Pándaro —quien hiere traidoramente a Menelao—, Agamenón se prepara para el ya inevitable combate. Los primeros incidentes bélicos cubren de cadáveres el campo. Los dioses a su vez, tomando partido por uno u otro bando, también intervienen en la lucha (rapsodias IV y V).
Héctor vuelve por unas horas a la ciudad, donde su madre y las damas troyanas imploran los favores de la diosa Atenea. En la muralla encuentra a Andrómaca, su mujer, llevando en brazos al pequeño Astianacte, hijo de ambos. Hay entre los esposos una despedida conmovedora: él presiente que morirá, y ella le llora como si ya estuviera muerto. Al final, Héctor y Paris vuelven al combate (rapsodia VI).
A consecuencia de la decisión de Aquiles de no participar en la lucha, la guerra toma mal rumbo para los aqueos; Agamenón resuelve reconciliarse con Aquiles y hacer que éste retorne al combate contra los troyanos, para lo cual le envía una embajada con ese propósito, ofreciéndole valiosos presentes y hasta la devolución de Briseida. Pero Aquiles se niega rotundamente a deponer su cólera y orgullo y la embajada regresa despechada (rapsodia IX).
Agamenón, mientras tanto, es herido y se retira del campo de batalla. Otros importantes guerreros aqueos también son lesionados y deben abandonar la lucha. La guerra está ya en su apogeo (rapsodia XI).
Aquiles, entonces, autoriza a su amigo Patroclo para retornar al combate con algunos de sus hombres, e inclusive usar su armadura para atemorizar a los troyanos, quienes supondrán que es el propio hijo o de Tetis quien regresa a la lucha. Al principio, Patroclo logra limpiar el campo de enemigos, pero luego se interna demasia¬do entre ellos, lo hieren, y Héctor consigue darle muerte (rapsodia XVI).
Los aqueos recobran el cadáver de Patroclo, mas Héctor lo ha despojado antes de las armas de Aquiles, las cuales el propio Héctor viste ahora para proseguir el combate.
Aquiles, al enterarse de la muerte de Patroclo, decide regresar a la contienda para vengar la muerte de su amigo. Se reconcilia con Agamenón, y Briseida vuelve a la tienda de su primer dueño.
Ya tenemos al terrible Aquiles de nuevo en el campo de batalla; a su paso extermina huestes enteras de troyanos y a guerreros eminen¬tes. Hombres, dioses y hasta los propios elementos de la naturaleza intervienen en la pelea (rapsodia XX).

Todos los troyanos, excepto Héctor, han huido de Aquiles; al final ambos se enfrentan. Luego de dramáticas vicisitudes, Héctor cae a manos del enfurecido Aquiles y éste le atraviesa el cuello con su lanza; después se ensaña con el cadáver: lo ata a su carro de guerra y lo arrastra por todo el campo de batalla: "así, la cabeza de Héctor se manchaba de polvo" (rapsodia XXII).
Suceden luego los funerales de Patroclo (rapsodia XXIII); Aquiles sigue ultrajando el cadáver de Héctor, arrastrándolo en su carro tres veces en torno a la pira funeraria de su amigo entrañable. El rey Príamo, sufriente y lloroso, afronta los riesgos y se atreve a ir hasta la tienda de Aquiles, a quien ruega la devolución de los restos de Héctor.
El hijo de Tetis, Aquiles, lo recibe honrosamente y accede de inmedia¬to a su pedido; además, decreta unos días de tregua para dar tiempo a las honras fúnebres que los troyanos tributen a Héctor. El poema termina con las exequias del troyano y las lamentaciones de Andrómaca, Hécuba —la madre del héroe— y Helena.
Como puede observarse, si bien la Ilíada es la gran epopeya guerrera, la narración de los combates no constituye lo fundamental del poema. Más allá de los sucesos bélicos, la epopeya nos ofrece una visión profunda del alma humana, una pintura vigorosa y palpitante de intensas pasiones: el odio, el orgullo, el honor, la cólera, el amor, la amistad, la sed de venganza, el valor y la piedad.
Junto a la exaltación del heroísmo, el poema expresa la más enérgica condena a la guerra, a la cual califica de funesta, detestable, devoradora de hombres y causante de dolor y lágrimas.
Por otra parte, contrastando con la cruda violencia de los combates o de las disputas entre los héroes y dioses, encontrarnos escenas de delicada ternura, emocionante dramatismo y amor a la vida como valores sustanciales del poema.

martes, abril 20, 2010

MARTÍN FIERRO

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Autor: José Hernández, poeta y ensayista; 1834-1886.
Otras obras: Vida del Chacho; Rasgos biográficos del general Vicente Peñaloza (biográfica); Las dos políticas, Instrucciones del estanciero (ensayos), y dos libros de poemas.

Género y corriente: Poema épico gauchesco.

Estructura: Consta de dos partes; la primera, El gaucho Martín Fierro (1872), compuesta por 13 cantos, y la segunda, La vuelta de Martín Fierro (1879), por 33; ambas con una cantidad variable de estrofas octosílabas.

Sinopsis: El gaucho y payador[1] Martín Fierro, rodeado de curiosos, cuenta sus desventuras en una pulpería, haciendo una evocación de la época en que vivía contento y seguro en su rancho, sabiéndose esposo y padre, con un trabajo placentero y el orgullo de ser libre. Pero lo detienen y enganchan para el servicio militar en los cuarteles de la frontera, junto con otros de su misma condición.

Luego de tres años de maltratos, trabajo duro, guerras contra los indios, sufrimientos y privaciones, sin recibir paga alguna, Martín Fierro, huyó a su rancho: desertor, pobre y desnudo/ a procurar suerte nueva. Pero al llegar: no hallé ni rastro del rancho/ ¡sólo estaba la tapera!/ [...] sólo se oían los aullidos/ de un gato que se salvó.

Tampoco estaban allí su mujer y sus hijos. Más tarde supo que las autoridades los despojaron de todo y cada quien se marchó por distinto rumbo.

Transido de pena y perseguido por desertor, Martín Fierro jura vengarse y se hace gaucho malo. Vaga por la pampa y frecuenta las pulperías. Un día, estando ebrio, mata a un negro a quien había provocado. Huye del lugar y se refugia en el campo. Hasta allí lo persigue la policía y lo acorrala. Pero él no se arredra y enfrenta a los milicos. El sargento Cruz, miembro de la partida perseguidora, admi­rando el valor de Fierro, se pone de su lado y entre los dos derrotan y ahuyentan a los perseguidores; luego, se marchan para guarecerse en territorio indio, a pesar del riesgo que ello implicaba. Martín Fierro encuentra en el gaucho Cruz —quien le cuenta su historia— un amigo leal y valeroso que ya enfrentó los abusos de las autoridades. Con este pasaje termina la primera parte de la obra.

En La vuelta de Martín Fierro, el gaucho payador relata cómo él y Cruz, luego de atravesar el desierto, llegaron a territorio de indígenas. Allí fueron hechos prisioneros y durante cinco años llevaron una vida de penurias junto a los indios.

Las costumbres salvajes de éstos empavorecieron a los dos gau­chos. Martín Fierro también describe los bailes, fiestas y malones[2] de los indios. Más tarde, Cruz muere a causa de una epidemia de viruela entre los nativos.

Finalmente, el payador logra huir después de dar muerte a un indio que se complacía en azotar a una cautiva blanca. Con ella llega a tierras cristianas, se despiden y él regresa a la frontera.

En una estancia hay fiesta y el gaucho participa en ella. Como de costumbre, canta sus desgracias. Sus dos hijos ahí presentes, han escuchado el relato, se le acercan y en emotivas estrofas narran sus vidas a partir de cuando él fue obligado a marcharse del hogar. El mayor de ellos estuvo injustamente en la cárcel, y el menor fue estafado por su propio tutor, el viejo Vizcacha, y por el juez que conocía su causa.

Luego aparece Picardía, un nuevo personaje, hijo del sargento Cruz. El también, por instigaciones de un individuo al servicio de un juez corrupto, fue enrolado en el ejército para pelear en la frontera.

En la misma reunión hay un negro cantor que comienza a increpar a Martín Fierro. Es el hermano del hombre que antes había matado. Ambos se traban en ingenioso diálogo cantado y demuestran tener conocimientos e inteligencia suficientes. El negro quiere vengar a su hermano, pero la concurrencia evita la pelea y Martín Fierro se marcha con sus hijos.

Sin embargo, la pobreza les impide permanecer juntos y deben separarse-, pero, antes de hacerlo, Martín Fierro aconseja paternalmente a sus hijos y a Picardía, diciéndoles: es mejor que aprender mucho/ el aprender cosas buenas.

El gaucho les habla de la amistad, la lealtad y la prudencia. Luego se despiden con gran emoción y cambian sus nombres para no ser reconocidos.

A estas alturas interviene el autor, convertido ahora en narrador, prometiendo nuevas obras sobre los gauchos, y pronostica que, después de su muerte, los gauchos habrán de recordarlo. Sueña con un mundo en el cual se reconozcan todos sus derechos a los hombres de la pampa y termina afirmando: "Y si canto de este modo, por encontrarlo oportuno, no es para mal de ninguno sino para bien de todos."

Este poema tiene la virtud de reflejar la vida gauchesca, tanto en su aspecto social como en el psicológico. La figura casi mítica del gaucho argentino cobra vida en las páginas de Martín Fierro, y su protagonista es la encarnación del individualismo, la libertad y la sabiduría popular.

[1] Cantor y poeta campirano que se presentaba en hosterías y reuniones a cantar coplas

[2] En Sudamérica se denomina así a las incursiones de indios en poblados y estancias coloniales para saquearlas y hacer cautivos entre los españoles.

FACUNDO

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Autor: Domingo Faustino Sarmiento, escritor, educador, político y periodista; 1811-1888. Otras obras: Mi defensa (narrativa autobiográfica); Recuerdos de provincia (novela autobiográfica); Viajes (prosa epistolar); Diario de campaña en el Ejército Grande (diario íntimo de un novelista); Vida de Dominguito (novela biográfica de su hijo); ensayos (políticos, militares, sociológicos y pedagógicos); discursos, y artículos periodísticos.

Género y corriente: Novela biográfica romántica, con algo de ensayo histórico, sociológico y político.

Estructura: Esta obra, cuyo título completo es Vida de Juan Facundo Quiroga, lleva como subtítulo Civilización y barbarie (1845), consta de una introducción y de tres partes nominadas divididas en cuatro, nueve y dos capítulos, respectivamente. Además, incluye un apéndice constituido por tres proclamas del general Juan Facundo Quiroga.

Sinopsis: Facundo es el representante de la barbarie. Nace y se desarrolla en el ambiente físico definidos de hábitos y caracteres de los tipos que el mismo entorno engendra, sobre los cuales pesan la historia y la tradición.

En la primera parte, con afán casi antropológico y tendencia determinista, Sarmiento hace una semblanza de los rasgos físicos de su patria: "El mal que aqueja a la Argentina es su extensión, y la clase de vida que ella genera". Asimismo, encuentra y analiza las causas de su atraso: su naturaleza salvaje, el primitivismo de los gauchos[1] y la ociosidad de los criollos. Por ello propone en su "proyecto civilizador" repoblar el país con razas europeas, fuertes y trabajadoras, así como propiciar la inmigración de italianos, tan amantes de trabajar la tierra, justamente lo que la Argentina necesita para el desarrollo de su agricultura. También señala, como consecuencias de las guerras de independencia, el despoblamiento de las ciudades y el retroceso de la civilización.

Sin embargo, al margen de estas ideas que defiende Sarmiento, acertadas o no, su descripción minuciosa de vida y tipos humanos del campo argentino, así como del paisaje, deja ver cómo, aun a su pesar, se siente atraído por esos hombres obligados a sobrevivir en condiciones mucho más difíciles que las de los europeos a quienes admira.

El talento literario de Sarmiento se pone de manifiesto, por ejemplo, en las páginas donde describe las figuras del rastreador, el baquiano, el gaucho malo, el cantor[2], y la pulpería.[3]

En la simplicidad de su estilo, estos cuadros son semblanzas escritas por un verdadero artista, donde no falta el tono emotivo de la evocación.

Los nueve capítulos de la segunda parte contienen la vida de Facundo Quiroga, apodado el Tigre de los Llanos, célebre caudillo y gaucho bárbaro que había abrazado* el partido de los federales, para convertirse luego en el tirano sanguinario de San Juan y, más tarde, ser gobernador de Buenos Aires, de quien el mismo Rosas, luego de su triunfo, se deshizo sin escrúpulos; todo lo cual sirve a Sarmiento para ilustrar el empuje de la barbarie en la Argentina, el reinado de los instintos sanguinarios y de las feroces pasiones políticas.

Quiroga aparece dibujado con trazos enérgicos que pintan eficazmente su índole bárbara; también se evocan y describen otras figuras (el fraile guerrillero Félix Aldao y el Chacho Peñaloza, por ejemplo) representativas de esa cruenta guerra civil que duró treinta años, fomentada por la sed de dominio. Sin embargo, a pesar de que el biografiado es Quiroga, el personaje en la mira de Sarmiento es Rosas. La muerte del Tire de los Llanos en una trampa planeada por el mismo asesino y tendida en Barranca Yaco, acarrea sus consecuencias pues, eliminado Quiroga, los federales comandados por el asesino, ya en el poder, gobiernan el país con tiranía. Por lo tanto, parece decir Sarmiento, muerto Facundo es necesario derribar también a Rosas, otra encarnación de la realidad bárbara, más dañina aún, puesto que se trata de una barbarie refinada.

La idea de un gobierno unitario futuro[4], en la tercera parte de la obra, cierra el libro. Sarmiento especula sobre el porvenir político de la Argentina y de su pueblo diciéndonos cómo, para él, en la vida de Facundo Quiroga pueden reconocerse las fuerzas fundamentales del ser argentino: la barbarie y la civilización en lucha permanente.

Facundo se escribió con objeto de hacer un análisis de la historia de Argentina, determinada —según Sarmiento— por la geografía de aquel país, y de las condiciones y acontecimientos que propiciaron la barbarie, como elementos que frenan el progreso y la civilización.

Este escrito posee abundantes digresiones sociológicas, históricas, folklóricas y psicológicas, con un grupo de tesis que Sarmiento trata de demostrar, mas todo ello integrado al aspecto biográfico del general Juan Facundo Quiroga.

El autor presenta los vicios y problemas que en esa época aquejaban a su país y, a la vez, esboza posibles soluciones. Por ello, atendiendo a sus propósitos iníciales, Facundo fue un arma de combate contra los enemigos de las ideas progresistas, aunque personales, de Sarmiento; de ahí el carácter panfletario que se adjudica a su contenido vehemente y contradictorio, pero escrito en páginas magistrales desde el punto de vista literario.

El romanticismo de Sarmiento lo hace idealizar, como a muchos otros autores de su época, el papel regenerador de la educación europeizarte. Ésa debe ser, según él, la solución de los problemas y penurias padecidos por el sector ilustrado de los pueblos que sucumben bajo una tiranía tan sanguinaria como la de Rosas.

Sin duda, Facundo es un libro polémico en cuanto a las ideas que sustenta; pero, literariamente, esto no lo demerita, al contrario, presta a la prosa de su autor una multiformidad sorprendente, pues Sarmien­to pasa de la descripción sociológica a la biográfica y, de ésta, al ensayo político, integrando todo en una interesante y ágil trama narrativa. De aquí que, si Facundo es un texto fundamental de la literatura argentina por sus cualidades estéticas, también lo es por derecho propio dentro de la historia del pensamiento latinoamericano.

[1] Pobladores de la pampa, de esa enorme llanura existente entre Argentina y Uruguay. Son seminomadas y se especializaron en las faenas ganaderas. Su habilidad como jinetes se hizo legendaria.

[2] Rastreador se llama a quien localiza una res por sus huellas, baquiano es el conocedor de las rutas en la pampa, el gaucho malo era un forajido buscado por la ley, y recibe el mote de cantor un tipo de poeta popular que iba de un lugar a otro improvisando coplas.

[3] Tienda donde, además de comestibles, se expenden y sirven bebidas

[4] Tendencia política que propugnaba para Argentina por una constitución centralista, opuesta a la federal.

domingo, abril 18, 2010

Hamlet

HAMLET
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Autor: William Shakespeare, poeta y dramaturgo; 1564- 1616. Otras obras: Ricardo III, La fierecilla domada, Romeo y Julieta, El mercader de Venecia, Sueño de una noche de verano, Julio César, Macbeth, Otelo, El rey Lear, Antonio y Cleopatra.
Género y corriente: Tragedia isabelina.
Estructura: Drama en cinco actos, en verso.
Sinopsis: Llevado por su ambición y sensualidad, Claudio ha matado a su hermano, el rey de Dinamarca, vertiéndole un veneno en el oído mientras dormía luego de un festín. Al mes de estos sucesos, Claudio ha usurpado el trono y, sin respetar las costumbres, se ha casado con Gertrudis, la viuda del rey asesinado. Una noche, dos meses después de aquel crimen, el espectro del viejo rey se aparece a su hijo Hamlet en la muralla del castillo de Elsinore, le refiere las circunstancias del delito cometido en su perjuicio y pide venganza. Hamlet, apenado y sombrío por la muerte de su padre y las segundas nupcias de su madre, promete obedecer, pero su naturaleza melancólica y contemplativa le hace ser indeciso y le lleva a diferir la acción. Mientras tanto, se finge loco para evitar la sospecha de querer atentar contra la vida del nuevo rey. En el palacio todos creen que ha turbado su mente el amor de Ofelia —la joven y hermosa hija del chambelán Polonio—, a quien antes cortejó y ahora trata cruelmente. Hamlet intenta probar la veracidad del relato del espectro haciendo representar ante el rey Claudio un drama —el asesinato de Gonzago—, reproduciendo fielmente las circunstancias del delito de aquél. A la vista del espectáculo, Claudio no logra dominar la agitación que lo delata.
En una escena, Hamlet enfrenta y reprocha a su madre haber olvidado tan pronto a su primer esposo y su falta de pudor por haberse casado con su cuñado al mes apenas de enviudar; al mismo tiempo, al suponer que Claudio está escuchando detrás de una cortina, desenvaina la espada y atraviesa el tapiz, pero es Polonio quien está oculto y es a él a quien mata.
El rey, convencido de que Hamlet constituye un serio peligro, decide eliminarlo y lo envía a Inglaterra acompañado por dos cortesanos, Rosencrantz y Guildenstern, portadores de una nota de Claudio dirigida a su colega británico donde le pide matar a Hamlet en cuanto llegue; pero unos piratas capturan al príncipe y lo devuelven vivo a Dinamarca. A su retorno, Hamlet va al cementerio en el momento de los funerales de Ofelia quien, habiendo perdido la razón por el dolor de la muerte de su padre y por el viaje del príncipe hacia tierras tan lejanas, se ha ahogado; además, el hermano de la joven, Laertes, ha vuelto para vengar la muerte de Polonio. Hay un enfrentamiento y riñen Hamlet y Laertes; son separados por orden del rey quien, aparentemente, quiere apaciguarlos y reconciliarlos. Pero en secreto, trama una nueva intriga: revela a Laertes el nombre del asesino de su padre y lo incita a vengarse, para ello le propone rivalizar con Hamlet en una partida de armas, con cualquier motivo, para sellar el perdón. El enfrentamiento se lleva a cabo, pero al realizarse, Laertes utiliza una espada con la punta envenenada y con ella atraviesa a Hamlet. Sin embargo, éste, antes de morir, hiere mortalmente a Laertes y mata a Claudio, en tanto que Gertrudis bebe sin darse cuenta la copa con veneno que estaba destinada a su hijo. El drama concluye con la llegada del puro y recto Fortimbrás, príncipe de Noruega, designado como soberano del reino.
Aparte de la magnífica descripción de Hamlet como personaje —complejo y profundamente contradictorio—, esta obra destaca por la magistral creación dramática en conjunto. Además, en su concepción moral, sigue los lineamientos éticos de William Shakespeare desarrollados en su teatro: el triunfo del bien y de la justicia sobre el crimen y las fuerzas negativas que siempre amenazan el orden universal.
La verdadera tragedia de Hamlet reside en haber muerto cuando ya había madurado lo suficiente para ser un buen rey.